domingo, 4 de septiembre de 2011

La palabra


Las cosas están cambiando. Sí, las relaciones entre distintas personas, están cambiando. Vengo observando, tal situación, desde hace algún tiempo.

Ciertos sectores de nuestra sociedad se están haciendo con el "poder de la conversación". Es decir, están destruyendo una de las riquezas más importantes del ser humano: conversar, expresar tu opinión libre sin ser terriblemente avasallado con palabras sin argumentos y desde una exagerada demagogia.

Así me siento yo cuando escucho, a veces sin querer, despotricar, criticar, berrear, insultar... en bares, tiendas, calles e incluso en entornos y ambientes más cercanos.

He decidido hablar, lo justo y necesario, y mantener la boca cerrada en la mayoría de los casos, aunque ello suponga que me tachen de antipático, cerrado o raro. Claro está que esta decisión no afecta a las personas que considero cercanas: familia, amigos...

Puede, incluso, que la situación empeore a partir de cierta fecha de noviembre, pero ya no me afectará porque seré extremadamente libre para dirigirle la palabra a quien yo quiera.


2 comentarios:

Miguel A. Ortega Lucas dijo...

Pues sí, señor: sucede; sin prisa pero sin pausa. El silencio cotiza cada vez menos, y lo de argumentar tranquilamente se está convirtiendo en una sinuosa herejía (fíjese si no en cómo bosteza la peña en cuanto se intentan hilvanar más de tres frases). Al final, claro, consiguen que sólo se oiga al que más grita en el menor tiempo posible -gran talento para la síntesis

Encantado de saludarle, caballero

Fernando Fernández dijo...

Gracias por tu comentario. Da gusto saber que uno no está solo.